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Asumir el desafío

Distintos especialistas fueron consultados por el diario El Observador sobre las características de los adolescentes y cómo se los asocia con bajos niveles educativos y la delincuencia, cuando la responsabilidad, sostienen, es de las instituciones que no saben cómo captarlos.

Los niños, niñas y adolescentes son la franja etaria con mayores índices de pobreza. Este proceso de exclusión comenzó en la década del 90 y tuvo su punto más alto luego de la crisis del 2002. Para el año 2004, había nueve niños pobres por cada adulto en esa situación.

La situación derivó en la fractura de pautas de convivencia y valores, cuestiones a las que hay que sumarle la desvinculación del sistema educativo, la imposibilidad de acceder a trabajos calificados y la explosión del consumo de pasta base. Al mismo tiempo se rompió la confianza interpersonal y se profundizó el rechazo a los grupos sociales más bajos, que comenzaron a ser percibidos como una amenaza, especialmente los adolescentes de dichos grupos. Precisamente, en lo que refiere a los adolescentes que cometen delitos, el psicólogo Robert Parrado, especialista en seguridad pública, explicó que “no tienen integrados el valor de la ley (y) de la inclusión”. “Fueron marginados, se quieren poco (…) y lo resuelven con más violencia y menos compromiso”.

Respecto a la educación, el sociólogo y especialista en educación para Unicef, Gustavo de Armas, dijo que Uruguay tiene “un déficit en inversión educativa que viene desde mediados del siglo XX. El problema surgió cuando se masificó la educación, pero no se invirtió en infraestructura, por lo que bajó la calidad”. Para De Armas, existe “un desencuentro entre lo que el sistema educativo ofrece y lo que los jóvenes y las familias esperan, sobre todo en los contextos más vulnerables”. El nivel de educación repercute directamente en el mercado laboral. Federico Muttoni, de la consultora Advice, señala que quienes no estudian, “no están acostumbrados a tener horarios extensos y dedicación”. “El país tendría que dar apoyos a las empresas que hagan un esfuerzo por educar a través del trabajo”, señaló. “Nadie quiere pagar el precio del rescate y lo tiene que pagar la sociedad y el Estado en su conjunto”, agregó.

Para la socióloga Nilia Viscardi, los adolescentes de nuestro país “están teniendo logros y resultados”, pero sus problemas son en gran medida responsabilidad de las instituciones. “Uruguay no ha podido integrar mejor a sus jóvenes. Tiene que asumir el desafío de llevar a cabo instituciones que generen mejores resultados”, finalizó.