Es mínimo el porcentaje de adolescentes con síndrome de down que ingresan a la educación media en nuestro país. En la mayoría de los casos, se debe a que los propios padres piensan que sus hijos no están preparados para enfrentarse a una realidad completamente distinta de la que conocieron en la escuela.
También los docentes suelen oponerse a tener en sus aulas alumnos con síndrome de down; la formación al respecto, sostienen, es nula.
Mercedes Oviedo, docente del Centro de Atención al Desarrollo Integral (CADI), especializada en síndrome de down, sostiene que los primeros docentes son los propios padres, y que de éstos va a depender el posterior derrotero educativo de sus hijos. “Ningún padre puede aspirar a que su hijo ingrese a Secundaria, si todavía no resolvió cosas elementales, como el manejo independiente, por eso los primeros docentes son los padres”, señaló.
Por su parte, la directora del Liceo Nº4 de Las Piedras, Cristina Leites, se refirió a la experiencia de integrar a Giulianna Fernández una alumna con síndrome de Down, que el pasado mes de julio finalizó el tercer año de Ciclo Básico. “Cuando llegó la mamá, le aclaramos que no éramos profesores especializados, simplemente un grupo de docentes que habíamos decidido asumir la responsabilidad de que todos pudieran hacer Ciclo Básico”, explicó.
Leites recordó que la mayor resistencia vino de parte de los docentes. “Decían que no estaban preparados (…), que ellos en el IPA no tuvieron ninguna capacitación para trabajar con este tipo de alumnos”, apuntó.
Raquel Acosta, la madre de Giulianna, dijo que al principio los profesores le preguntaban cómo debían tratar a su hija: “Como a todo el mundo”, respondía ella.