“Esto es exactamente la misma situación que cuando vemos a un niño a las 12 de la noche revisando la basura, pidiendo monedas o limpiando vidrios. Es igual, o tal vez peor, por la cantidad de horas que tiene que estar expuesto”.
Así ejemplificó la secretaria general de la Sociedad Uruguaya de Autores (SUA), Lila García, la situación de los menores de edad que trabajan en la publicidad, quienes en ocasiones tienen jornadas de hasta 12 horas.
La cuestión se agrava cuando desde el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), aseguran que el organismo no ha recibido solicitudes para autorizar el trabajo de las personas menores de edad. Y no son precisamente pocos los niños, niñas y adolescentes que pueden verse a diario protagonizando publicidades televisivas. Durante 2012 se otorgaron unos 4 mil permisos de trabajo para menores de edad. Ninguno fue para el rubro de la publicidad.
Según García, el niño que trabaja en publicidad “no es uno que esté insertado correctamente en el sistema educativo, porque si durante una semana se está 12 horas en un set de grabación, ve trastornada toda la semana”.
Los productores aseguraron desconocer la legislación vigente que establece que el permiso debe ser tramitado en el INAU. Todos coincidieron en señalar que entendían suficiente el aval de los padres. No obstante, afirmaron que los niños no trabajan 12 horas y que los rodajes se planifican teniendo en cuenta la eventual presencia de menores de edad.
Desde el organismo, en tanto, no pueden realizar inspecciones para conocer si se está incumpliendo la ley. “No tenemos forma de saberlo. Las inspecciones se realizan por dos vías: por denuncias o cuando se solicita un permiso de trabajo”, explicó el director del INAU, Jorge Ferrando. El jerarca recordó que la ley establece que un niño no puede trabajar más de seis horas y siempre debe hacerlo bajo la vigilancia de sus padres o de un adulto responsable. Agregó que sería “un disparate” si hubiera niños trabajando 12 horas. No solo por la violación a la ley, sino por lo que implica a nivel de salud para los niños.
Marcela Gil, propietaria de Montecristo Casting, dijo desconocer la ley respecto a este tema, y criticó al INAU por lo que considera una intromisión del organismo. Según Gil, el INAU “tiene unas cuantas cositas más importantes de qué ocuparse, porque este es un tema de los padres. Acá no son niños marginales, no son niños pobres. En general son de hogares constituidos, gente de dinero que manda a sus hijos a colegios privados. Le veo muy poco sentido”.
Ferrando, en tanto, recordó que “algo que queda claramente expresado en el Código de la Niñez y la Adolescencia es que los padres no podemos hacer lo que se nos ocurra con nuestros hijos”.