La ilegalidad de su trabajo les expone a situaciones mucho más riesgosas de las vividas por los 33 mineros en Chile. La cifra representa quince mil veces más personas que las que permanecieron 69 días atrapadas en ese país. La diferencia: un presidente tomó como un deber del Estado la protección de la vida de sus conciudadanos.
Bogotá, Agencia PANDI: Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, en Sudamérica existen alrededor de 500.000 niñas, niños y adolescentes trabajadores en la minería artesanal. Más de 135.000 estarían en riesgo de ingresar a esta labor que, según el Convenio 182, ratificado en América Latina, (ley 704 de 2001 en Colombia) es considerada como una de las peores formas de trabajo infantil.
“Es intolerable pensar que un niño puede estar expuesto a los peligros que implica trabajar en las minas. Este tipo de trabajo es considerado como una de las peores formas de trabajo infantil y por esta razón hay que intensificar las acciones para lograr erradicarlo”, manifestó a PANDI Guillermo Dema Rey, especialista regional en Trabajo Infantil y Empleo juvenil de la OIT.
Investigaciones realizadas en Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia dan cuenta de lo delicada que es la situación. De acuerdo con la OIT, los trabajos realizados por las niñas y los niños varían dependiendo de la mina de explotación y del tipo de mineral que se extrae de ella. Por lo general es el oro pero también se trabaja buscando estaño, zinc, plata en el caso de Bolivia y carbón, esmeralda y arcilla en el de Colombia.
Los datos de la OIT calculan que en el Perú cerca de 50.000 niñas y niños estarían involucrados en la explotación del oro. En Bolivia, más 13.000 menores de edad podrían estar participando de la extracción de estaño, zinc y plata. Para el caso colombiano, el Departamento Nacional de Estadística, -Dane- estimó en el año 2007 que 16.000 trabajadores infantiles estarían desempeñando esta peligrosa labor.
Tareas inclementes
Cuando un menor de edad trabaja en una mina se ve enfrentado a continuos riesgos que ponen en peligro su vida e impiden su libre y sano desarrollo. Liliana Obregón, coordinadora del programa IPEC de la OIT en Colombia, explica que “los niños están sometidos a cargas laborales que superan ampliamente su capacidad física, lo cual puede generar implicaciones en su desarrollo óseo y, dependiendo del tipo de minería, puede acarrear además afecciones pulmonares y cutáneas”.
Obregón advierte además que es tal la inseguridad del trabajo en las minas que “los riesgos de que un menor de edad pueda perder su vida son latentes diariamente”.
En la región, la OIT ha podido evidenciar que los niños y niñas trabajadores mineros presentan cuadros de desnutrición y retraso en su crecimiento, situaciones que se suman a casos de intoxicación crónica con sustancias utilizadas en el tratamiento de los minerales. Además, según lo explicó la misma Liliana Obregón, los niños que trabajan en minas “asumen responsabilidades para las que no están preparadas, entonces son niños que se vuelven temerosos o, por el contrario, muy agresivos como mecanismo de defensa ante todas estas situaciones adversas”.
“Si yo pudiera, hoy mismo me voy de las minas, porque si yo sigo aquí, máximo en unos diez años más terminaré enfermo y no voy a poder estudiar para ser un profesional, que es lo que más quiero”, manifestó un niño ecuatoriano trabajador en minas.
Los niños, la pobreza y las minas
Diversos especialistas en la región han estimado que uno de los mayores condicionantes del trabajo infantil es la pobreza. Sin embargo, organizaciones estatales y no gubernamentales consideran que esta situación no es el principal determinante para justificar el trabajo de un menor de edad en las minas. Según la OIT, alrededor de un niño que desempeña este trabajo hay también una fuerte incidencia cultural y familiar.
Giselle Silva, consultora internacional en asuntos de infancia, defiende este argumento al afirmar que la pobreza no debe convertirse en una excusa para enfrentar al niño a esta situación, pues “no todos los hijos de padres pobres trabajan ni son expuestos a la explotación”. En el mismo sentido, Liliana Obregón afirma que “el trabajo infantil en general y en minas no es una salida a una difícil situación económica, pues lo que hace es solo reproducir y encrudecer la pobreza”.
Ante la situación, Ximena Norato, directora de la Agencia PANDI en Colombia, advierte que “Suramérica está esperando que 500.000 de sus niños queden atrapados bajo tierra para emprender acciones efectivas que los obliguen a cumplir su compromiso de erradicar las peores formas de trabajo infantil”.
Esta y otras problemáticas que afectan a la niñez y adolescencia trabajadora en América Latina, serán analizadas entre el 03 y 04 de noviembre en Bogotá, en el desarrollo del III Encuentro Internacional contra el Trabajo Infantil.
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