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Representaciones

En el marco de las Segundas Jornadas Nacionales “Estudios de Masculinidades y perspectiva de género”, que se realizaron el pasado miércoles en Montevideo y continuarán el próximo sábado en la ciudad de Maldonado, se presentó la investigación “Significados en adolescentes y jóvenes”, realizada por el Instituto de Investigación de la Salud de la Facultad de Psicología y el área de Políticas de Género de la Intendencia de Maldonado.

De acuerdo a los investigadores, el trabajo, realizado en el año 2009 con más de 100 alumnos de entre 15 y 17 años de liceos públicos, privados y adolescentes que no asistían a la educación formal, refleja cómo entre éstos, continúan presentes los estereotipos de género.

“La adolescencia ha cambiado mucho en aspectos comportamentales pero poco en ideología de género, lo cual es duro, pero es una constatación que se ve en muchas investigaciones en el mundo y esta también lo muestra”, explicó David Amorín, docente del Instituto de Psicología de la Salud y coordinador de la investigación. “Encontramos representaciones sobre lo masculino y lo femenino, y representaciones sobre las relaciones de varones-mujeres bastante teñidas de machismo, de componentes patriarcales, estereotipos clásicos y tradicionales de género”, agregó.

Amorín señaló que varones y mujeres reproducen por igual la visión de la mujer como inferior, y repiten visiones de revictimización, como las que afirman que “si les pegan a las mujeres es porque les gusta o se lo buscaron”. De la investigación se desprende que “gran cantidad de adolescentes no escucharon hablar de violencia basada en género”, que “les eran muy familiares los términos de violencia doméstica y contra las mujeres”, pero no logran conceptualizar “el problema de la violencia simbólica e invisible”.

El especialista fue muy crítico con el rol que cumple la televisión como principal fuente de información sobre estos temas, y lo calificó de “muy peligroso”, ya que aborda el tema “con una visión maniquea, puntual y miope”. Asimismo, destacó la falta de ámbitos donde los adolescentes puedan discutir de otra manera estos temas, como las instituciones educativas o el entorno familiar, donde “puedan analizar más críticamente la información que reciben”. Agregó que era evidente la existencia de “una avidez de espacios donde pensar estos temas”. “Aparece una gran necesidad de hablar de esto”, señaló.