CARACTERIZACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN SEXUAL EN URUGUAY

La mayoría de las víctimas son mujeres, las más visibles en diversos circuitos son adolescentes entre 14 y 16 años. La amplia mayoría proviene de contextos de exclusión social, en algunos casos se han identificados casos de discapacidad intelectual (retardos leves).

En muchos casos provienen de contextos familiares donde esta práctica está naturalizada y en algunos casos se visualiza como una práctica transgeneracional (madres, tías, abuelas vinculadas al circuito del mercado sexual donde la iniciación se dio en la etapa de la pubertad).

Es importante destacar que también son captados y explotados sexualmente niños, niñas y adolescentes de sectores sociales medios y altos. Estos casos son menos visibles lo que aumenta el nivel de desprotección en que se encuentran estas víctimas.

Las adolescentes menores de 16 años permanecen poco visibles dado que buscan estrategias para aparentar ser mayores de edad – entran a los prostíbulos con cédula de identidad de sus hermanas mayores, arreglo personal que las haga pasar por mayores, entre otros-.

Se identifica también como población altamente vulnerable a las y los adolescentes trans que viven altos niveles de discriminación y exclusión familiar y social. Los y las adolescentes en muchas ocasiones excluidos del hogar se incorporan a los circuitos de calle y allí son captados para la explotación sexual comercial a edades tempranas (Se han identificado casos desde 11 años en adelante). Los circuitos de explotación sexual identificados son: rutas, plazas, parques, explanadas de camiones, pasos de frontera, bares

clandestinos, clubes nocturnos, casas de masajes, whiskerías, prostíbulos, casas particulares. La mayoría de las situaciones son controladas por adultos que ofician a veces como “protectores”, novios, amigos, etc.

Es posible observar una mayor concentración de situaciones en zonas donde existen grandes emprendimientos productivos (forestación, instalación de plantas industriales, construcción de puertos de gran calado, etc.) zonas de zafra, zonas de frontera, rutas de camiones, zonas de carga o descarga de mercadería, zonas turísticas, zonas portuarias, entre otras.

En general se observa que las adolescentes víctimas de ESC utilizan el dinero para apoyar la economía familiar o para la adquisición de víveres y artículos de primera necesidad, Los varones explotados sexualmente utilizan el dinero para el consumo personal (vestimenta, drogas, entre otros).

Las formas más encubiertas son las que ocurren en casas particulares o bares clandestinos donde los niños/as y adolescentes son contactados por intermediarios o a través de celulares y en muchos casos son intermediados por sus familias.

En estas situaciones de explotación sexual menos visible se han detectado casos de niñas entre 6 y 12 años. En general son situaciones que ocurren en el barrio, con un vecino al que las niñas frecuentan y este envía un pago a la familia que puede ser en dinero y/o en especies (surtido de comidas, ropa, etc.). En localidades pequeñas y zonas rurales del interior del país es frecuente identificar esta modalidad de explotación sexual siendo una práctica naturalizada.




Respecto a la utilización de niños/as y adolescentes en pornografía se identifican en nuestro país distintas formas:

. Filmaciones caseras que luego son comercializadas a clientes selectos en video clubes barriales.

. Propuestas engañosas de supuestos fotógrafos publicitarios que captan a sus víctimas en los liceos prometiendo iniciarlas en carreras de modelos.

. Ofrecimiento para ser protagonista en una película, en algunos casos la locación donde se filma es en nuestro país en otros se oferta pagar el pasaje para llegar al lugar del rodaje.

. Personas que se dedican a recorrer las calles y captar jóvenes en esta situación y ofrecerles dinero por posar desnudas o desnudos.




Respecto a la utilización de internet para distribuir y comercializar pornografía infantil es un tema de crucial importancia dado que el daño se reitera y se perpetúa ya que una vez que las fotos entran en la red se pierde todo control sobre las mismas y la exposición del niño/a y adolescente no tiene límites.

Por otra parte la captación de víctimas por parte de explotadores sexuales utilizando estos medios es muy frecuente dado que los niños, niñas y adolescentes acceden a ellos en forma frecuente y los sistemas de control o pautas de prevención desarrolladas por los adultos no son suficientes.

En relación a la trata con fines de explotación sexual, se han identificado de niñas, niños y adolescentes que son movilizados entre los departamentos del país para la explotación sexual y casos de trata internacional en la zona de frontera con Brasil y Argentina. España e Italia son destinos tradicionales de trata de mujeres adultas aunque se han detectado también casos de adolescentes.

En cuanto al turismo sexual en el país se han identificado en estancias o casa de campo donde en el paquete ofrecido a turistas extranjeros se proporcionaban adolescentes para servicios sexuales.

En relación a los "clientes" - explotadores diversas investigaciones realizadas en nuestro país y en la región determinan que éstos conforman un grupo heterogéneo, compuestos por varones de diversas edades, condición socioeconómica, algunos ocupan lugares de prestigio y poder en la sociedad, tienen variada ocupación, niveles educativos variados (profesionales, bajo nivel educativo, etc.).

No reconocen la explotación sexual como un problema y minimizan el rol que cumplen en el negocio del sexo. Entienden que son las adolescentes las responsables de su situación y acceden a pagar por tener sexo con menores de edad si se les presenta la oportunidad.



“Desde la perspectiva de los varones, tanto prostituyentes eventuales como potenciales, las adolescentes ‘engañan’ o ‘confunden’ a los varones adultos, quienes se presentan a sí mismos libres de responsabilidad en cuanto a un accionar sexual que infringe la ley, ni hablar de una reflexión que considere que vulnera derechos humanos de otra persona. Justifican el consumo de adolescentes en razón de imaginarios sociales (“a las jóvenes les gustan los veteranos”, con lo cual ellos solo están allí porque a ellas les gusta; “están desacatadas”, ellas son las que provocan la situación), que llevan a depositar la responsabilidad por dichas relaciones en las y los menores de edad.”

()…“Un tópico reiterado en las entrevistas refiere a colocar al prostituyente como la víctima de la relación de prostitución. En este sentido, lo más frecuente es que consideren que el hombre fue engañado por los o las adolescentes con quienes entabló una relación de prostitución. Es entonces la adolescente quien seduce al tiempo que le oculta su edad. Por lo tanto el prostituyente es apenas una ‘víctima’ casi indefensa”
.

(UNICEF-RUDA, 2011: 99)



LA MIRADA SOCIAL SOBRE EL PROBLEMA

En nuestro país la explotación sexual comercial hacia niños/as y adolescentes no se visualiza como problema social. Si bien en todos los territorios y distintas localidades del país se identifican estas situaciones, no se logra establecer como un problema social grave y presionar para que sea abordado.

En general se lo visualiza como un problema de sobrevivencia familiar, como un “mal necesario” que le ocurre a los “otros”. Se coloca la responsabilidad en las familias y persisten las creencias de que las y los adolescentes están en este negocio por voluntad propia, porque les gusta, por ambición, o porque no quieren sacrificarse trabajando o estudiando. Se culpabiliza a los niños, niñas y adolescentes, estigmatizándolos y responsabilizando a sus familias.

El "cliente" es el gran ausente en el estudio y enfrentamiento del problema. No se lo visualiza como explotador, se minimiza el daño que causa y en cierta medida se tolera y legitima su existencia.

Las respuestas de enfrentamiento del problema enfatizan sus acciones hacia el trabajo con las víctimas, sus familias y eventualmente hacia las redes de tratantes y proxenetas, pero son mínimas las acciones pensadas y desarrolladas para erradicar a los clientes de explotación sexual.

El pagar por tener sexo fundamentalmente con adolescentes es un hecho naturalizado por quienes lo ejercen, no hay una idea de prohibición y en ese marco, las restricciones no existen en tanto se pague. Los clientes fluctúan entre el deseo y la oportunidad, la conciencia de que están vulnerando derechos en general no está presente, más allá de que se sepa que existen normas.

Las prácticas revictimizantes

Nuestra cultura sostiene conceptos discriminatorios frente a las víctimas de la violencia que las posicionan en lugar de sospechadas, donde nos preguntamos -y en el peor de los casos les preguntamos e interrogamos- sobre las causas y circunstancias que llevan a estas situaciones.
Deslizamos nuestras dudas de cierta “provocación” por parte de las víctimas e incluso muchas veces creemos que éstas, por razones ligadas a sus características de personalidad, su apariencia, su estilo de vida, sus actitudes son responsables y merecedoras de estas violencias.

Algunos ejemplos, surgidos de la práctica cotidiana de organizaciones que atienden esta problemática, pueden ilustrar estas prácticas re victimizantes y estigmatizantes.

> Caso1:
A partir de una denuncia realizada por una adolescente de 16 años de la explotación sexual ejercida por un vecino, la fiscal en tono inquisitivo le pregunta: ¿Y vos porque ibas?

> Caso 2:
El periodista en el afán de “adornar” su nota y brindar la mayor cantidad de detalles comenta una característica de la victima que la identifica en forma directa ante su comunidad. Si bien el periodista no da el nombre ni muestra su rostro, provoca con un comentario que todo el pueblo sepa de quién está hablando. Esta acción provocó que la víctima se encerrara en su casa por varias semanas por la vergüenza que le generaba salir a la calle y ser reconocida como una víctima de explotación sexual.

> Caso 3:
El periodista entrevista a una víctima de explotación sexual tapando su rostro y deformando su voz para garantizar su resguardo, sin embargo muestra imágenes de la cuadra, la esquina de la casa y menciona el liceo al cual concurre. Al día siguiente sus compañeros de clase ya la habían identificado y así se lo hicieron saber a la víctima. La adolescente abandona el Liceo y entra en un fuerte estado depresivo.

> Caso 4:
El cliente se niega a pagarle a la adolescente de 14 años por sus servicios sexuales, la adolescente le roba la billetera para cobrar la deuda. El cliente la denuncia y la policía lleva a la adolescente ante juez por rapiña. En el juzgado el cliente declara que tuvo sexo con ella, que no le quiso pagar y que la adolescente le robó. La jueza frente a este planteo procesa al hombre por explotación sexual. La naturalización de la explotación hace que la policía vea a la adolescente como una delincuente en vez de perseguir al cliente y el cliente siente tal impunidad que ante la jueza declara sin reparos que él ofreció una retribución por tener sexo con la adolescente y se presenta como víctima del delito.


En la investigación realizada por UNICEF y RUDA sobre explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes se plantea que la misma es:

“Bastante ‘cotidiana’ y al contrario de lo que el sentido común podría decirnos, el carácter de ilegalidad que supone, no la coloca en los márgenes de la sociedad. (…) está presente en la cotidianeidad de muchos niños, niñas y jóvenes (…), en diferente escala y de diversos modos, más allá de sus vulnerabilidades individuales previas. Está presente de manera directa en la vida cotidiana de las personas, en el entramado social, no en los márgenes. Asumir esta premisa implica asumir nuestra cuota de responsabilidad en la reproducción de estas situaciones que son por demás impunes” (UNICEF-RUDA, 2007: 11)

CIFRAS
El Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay ha realizado denuncias a los Juzgados de Crimen Organizado que año a año han marcado una tendencia a incrementarse. Entre 2007 y 2009 se realizaron 20 denuncias; en el año 2010 se realizaron 20 denuncias, en el 2011 se realizaron 41 denuncias y en el 2012 se realizaron aproximadamente 50 denuncias.




Leer MARCO NORMATIVO sobre Violencia hacia niños, niñas y adolescentes